Hegel

Muere el sabio en la oscuridad, ahogado en vómito y sangre, atormentado en su frágil cuerpo de barro. El hombre es esta noche, había dicho, esta Nada vacía que todo lo contiene en su simplicidad indivisa. Pero ahora no hay ideas, ni imágenes, ni recuerdos; solo un cuerpo desecho. Atrás quedó Tübingen con sus claras tardes, los poemas de Hölderlin y las vagas bifurcaciones transitadas con Schelling. Muere el niño de infancia gris, el idealista, el sacerdote de la razón; sucumbe atormentado por la polis que no fue, por el vil engendro jacobino que devoró a los hijos de la revolución y sembró la barbarie. Las fantasmagóricas representaciones de su mente lo invaden, ya no hay nada alrededor, sólo la noche. El hombre es la muerte que vive una vida humana, piensa, y se marcha.
Javier Avila

Publicado en Antología Narrativa Argentina. Año Bicentenario de la Revolución de Mayo. Editorial Gaceta Virtual.